“Todas las familias se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada".
León Tolstói
Muchos se han cuestionado por qué era tan “rara” con mis papás, el motivo es el siguiente: desde pequeña amé pasar mi tiempo libre con personas grandes o bueno “adultas”, en las fiestas familiares solía quedarme con los borrachos hasta que se acaba la guachafita y saliera el sol, la verdad es que amaba sus chistes pesados, las historias de infidelidad de mi abuelo y las groserías de todos. Seamos realistas, los adultos son una chimba, pero crecer y serlo ya no lo es.
Asumir el divorcio de mis padres fue “sencillo” al comienzo, pero luego afrontar aquella situación era como lluvia que quemaba, no es fácil aceptar nuevas personas en mi vida, pero era mas complejo aceptarlas en la de ellos, eso era mas traumático que matar a mamá a pellizcos.
Después de dicho suceso, el amor me comenzó a parecer un desacierto y creía en que había oído tantas feas historias acerca del matrimonio que era tenaz entregarle el corazón a alguien, cosa que es completamente real y lo sigo pensando. Asumir lo anterior era difícil, pues los estragos del divorcio de los papás es biennnn complejo, uno queda prevenido y un tanto enguayabado en eso del amor, aunque claro, eso es como un mal necesario, intentemos recordar que no hay peor borrachera o viaje a Júpiter que estar enamorado y luego entusado.
Se lee espantoso pero creo que después de no estar ni con papá ni mamá me volví como un “adulto perdido” y dejando a un lado el drama, nunca estuve sola, solo que su divorcio y su posterior realización de vidas sentimentales me dolió un tris el corazón, fue como una tusa de “papas”, por lo que quede con alma de despechada durante un buen tiempo.
Aparte de todo, y en ese momento de mi vida las personas de mi edad me parecían estúpidas, nunca le vi sentido a salir a embriagarme y a andar con 15 sujetos que parecían pollos detrás de mamá gallina, los chismes me parecían out (exceptuando los míos) y durante este tiempo imitaba a una abuela, no me gustaba hacer nada acorde a mi edad definitivamente.
Mi hermana y mis abuelos fueron los que modificaron estas conductas, y claro mis papás también, ellos hicieron de mi este monstruo de generosidad que soy hoy en día, me quitaron lo gris de ese panorama y volvieron amarillo feliz lo que quedo de esa etapa.
Mis papás, siendo un poco serios de cara pero con plastilina en su corazón durante mi infancia hicieron cosas hermosas, han sido brutalmente crudos, de esos que dicen lo que piensan, que sin duda alguna nacieron sin el filtro para proteger y cuidar lo que articulan sus palabras, eso es duro, pero es bueno, son como una inspiración.
De mi mamá, de ese ser divino aprendí a volverme ágil mentalmente, para las cuentas me hizo especialista y me enseño a nunca responder con estupideces, porque eso si, mientras yo pienso ella ya sabe que voy a decir, ya me tiene hasta refrán para cada cagada que hago, realmente no le importa si lo tomo a mal, de hecho mucho mejor, pues es fiel creyente que la letra con sangre entra mas rápido.
Si algo aprendí de este divorcio, es que no hay que aparentar lo que no soy, que no debo olvidar las lecciones de hogar que aprendí junto a mis papas, que jamás se me debe olvidar de donde vengo y que siempre tendré muy presente las cosas hermosas que he vivido con mi familia.
Intentar ocultar una ruptura sentimental o la de un “hogar” es mas patético que comerme el tomate con sal, pues no hay nada en la vida mas de mal gusto, que alguien que intente ser un pie de manzana cuando si a mucho llega a ser un canasto con cebolla.
Mis papas me enseñaron que cada final es para aprender más, que el de ellos no fue un final de hogar, si no de una relación, pero que sus corazones siempre latirán y trabajaran en pro a mi hermana y a mi. Gracias por patrocinar todas mis cagadas y todas mis lecciones, gracias, porque con su divorcio entendí que hay personas que son magia en nuestra vida y ni lo saben.
---Dayra Valencia Rev.